Kit excusas

En un lugar de escalada de cuyo nombre ni me acuerdo... recuerdo que una persona dijo algo sobre el kit excusas y todas las personas presentes rieron. El kit excusas en escalada deportiva es el que se utiliza para disculparnos ante las otras personas o ante nosotrxs mismxs por nuestra incapacidad de asumir un fracaso. En este caso, el fracaso puede ser no encadenar, no hacer un paso, no llegar a la cadena de la R o cualquier otra cosa; simplificando el fracaso es no cumplir con el objetivo que nos hallamos propuesto y las excusas pueden ser de lo más variopintas:

- Tengo una lesión 
- Me ha venido la regla 
- He dormido mal 
- Ayer fui a correr 
- Estoy cansadx 
- No hay tacto 
- Hace frío/calor 
- No me fío de quien me asegura 
- No se me da bien este tipo de escalada 
- La luz que entra no me deja ver las presas
- Estoy con nervios

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 y así, todo lo que se nos pueda ocurrir hasta que se nos acabe la creatividad.

Si bien es cierto que todos esos factores influyen en el cumplimiento del objetivo, lo que no se puede negar es que no se ha alcanzado. Se puede recurrir al victimismo de las circunstancias que nos rodean o simplemente podemos aceptar que no hemos conseguido el objetivo y ya está. Sin temores, sin inseguridades, sin nada que demostrarnos... Sólo no hemos conseguido algo. ¿Y? ¿Cuál es el problema?

El problema es cuando nos creemos o disculpamos con esas excusas. Pueden servir para quitarnos presión, si es que la presión nos perjudica; pero también pueden servir para no enfrentarnos a nuestros propios límites ya sean psicológicos, físicos o del tipo que sean. Si esas frases son disculpas para nosotrxs mismxs o para las personas que nos rodean, tenemos un problema. 

Como siempre, esto no es más que una metáfora de cómo abordamos los objetivos que nos proponemos en la vida. Si la excusa siempre nos exculpa de su no-consecución, entonces somos un ejemplo de victimismo: es que no puedo, es que me cuesta, es que tengo familia, es que no tengo dinero, es que la sociedad es así, es que... Todo son excusas que hacemos servir para no enfrentarnos a nosotrxs mismxs y a nuestrxs miedos.

Recuerdo un ejercicio que hacía cuando era adolescente que trataba de analizar cómo te enfrentabas a los problemas: 

"Vas por un bosque y en medio del camino encuentras un árbol que te impide el paso. ¿Qué haces?
Imagínate la escena, describe lo que ves y reflexiona qué harías."

Recuerdo que había quien iba por un bosque caminando, otras personas iban en coche, había gente que se imaginaba un gran árbol (que simbolizaba el problema), otras un árbol pequeñito, etc. y en cuanto a la solución del problema, habían personas que saltaban el árbol, otras lo cortaban, otras lo rodeaban, otras se daban la vuelta, etc.

Era un ejercicio simple y, en teoría, inocente que te ayudaba a visualizar cómo te enfrentabas a los problemas: huyendo de ellos, magnificándolos, minimizándolos o recurriendo a alguna excusa. Según los veamos o percibamos y la creatividad que le pongamos para resolverlos, pueden ser sólo retos o pueden convertirse en grandes problemas sin solución. Lo que nos rodea, influye, por supuesto, pero en nuestras manos está distinguir si es una excusa que nos aleja de la consecución de nuestro objetivo o si es una circunstancia que podemos cambiar para alcanzarlo en otro momento con mejores condiciones.

Un colega colgó en una red social un artículo de excusas para personas que corren: "Las 20 excusas del corredor"

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