Satori y zen


Pekas me recomendó la lectura de "Zen el arte del tiro con arco" de Eugen Herrigel.

Transcribiría todo el texto entero. Pues tal y como dice: "es poco menos
que imposible expresar con palabras las cosas que con palabras no pueden expresarse" y si trata de expresar en esas palabras aquello que no puede expresarse, yo sólo me atrevo a destacar algunas frases e invitar a quien le inspire que lea el texto al completo.

De Eugen Herrigel. Uno de los factores esenciales en la práctica del tiro de arco y de las otras artes que se cultivan en el Japón es el hecho de que no entrañan ninguna utilidad. Tampoco están destinadas a brindar goce estético, sino que significan ejercitación de la conciencia que ha de relacionarse con la realidad última. (...) Ante todo, se trata de armonizar lo consciente con lo inconsciente.

Para ser un verdadero maestro del tiro de arco, no basta dominio técnico.
Se necesita rebasar este aspecto, de suerte que el dominio se convierta en "arte sin artificio", emanado de lo inconsciente.

Respecto del tiro de arco, significa que arquero y blanco dejan de ser dos
objetos opuestos, y se transmutan en realidad única. El arquero ya, no está consciente de su yo, como un individuo cuya misión es acertar el blanco. Mas ese estado de no-conciencia lo alcanza sólo si está enteramente libre y desprendido de su yo, si se aúna a la perfección de su destreza técnica.

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El Zen es "la conciencia cotidiana". El Zen no es otra cosa que "dormir cuando se tiene sueño; comer cuando se tiene hambre". Apenas reflexionamos, razonamos y formulamos conceptos, lo inconsciente primario se pierde, y surge un pensamiento. Ya no comemos cuando comemos; ya no dormimos cuando dormimos.

(...) El hombre es un ser pensante, pero sus grandes obras las realiza cuando no calcula ni piensa.

(...) Debemos reconquistar el "candor infantil" a través de largos años de ejercitación en el arte de olvidarnos de nosotros mismos.

(...) Si se pregunta ahora, desde este punto de vista, cómo ven y describen los maestros arqueros japoneses ese enfrentamiento del tirador consigo mismo, su respuesta parecerá más que misteriosa. (...) es preciso que el tirador, pese a todo su hacer, se convierta en centro inmóvil.

(...) El tiro de arco de ninguna manera puede significar un intento de lograr algo exteriormente, con arco y flecha, sino interiormente, con el
propio yo. Arco y flecha son, por decirlo así, nada más que pretexto de algo que podría darse también sin ellos; el camino hacia una meta, no la meta misma; ayudas para dar el salto final y decisivo.

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