Entrevista con Guillermo Rendueles "El estado de malestar" por Fidel Moreno, con la participación de Borja Casani, para El Estado Mental, Madrid 2011
Vivir sin vínculos es la receta que da el individualismo. Individuos que floten en esa sociedad líquida de la que habla Bauman, como barcos que anclan una temporada en una ciudad o en una relación de amistad, sabiendo que pronto han de navegar a la búsqueda de otro puerto, y que por ello no conviene atarse a ningún amor o compromiso duradero. ¿Cómo se recrean los vínculos? Esa es la pregunta del millón.
Ojalá alguien supiese cómo y qué recuperar. Pienso que, por malo que sea, cualquier red social tradicional, cualquier vínculo, es mejor que el desierto afectivo posmoderno.
(...) Lo otro es ese proceso de individuación que para ser aguantado desde la fragilidad de los sujetos va a hacer necesarios a médicos, psiquiatras y nuevas servidumbres ante las cuales las antiguas nos van a parecer nimiedades. Quiero decir, que entre la laxitud con la que se tomaba, cuando yo era chaval, (...) a lo que hacen ahora los que van al psicólogo cada 15 días y viven sus vidas como enfermedades a consultar, hay un abismo radical. Hay gente que no toma una decisión amorosa sin consultarlo con su psicoanalista, o quien anota todos sus sentimientos-pensamientos para saber si se comporta de forma racional según su psicólogo.
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(...) Lo normal es hoy (...) un amor preadolescente en el que por
un lado va el sexo y por otro la ternura. El amor maduro, que es cuando se juntan las dos cosas, cuando puedes tener ternura con el/la que te excita sexualmente, ha sido banalizado y disociado por la posmodernidad.
(...) Que los órganos genitales sean a la vez los de la excreción y, por tanto, generen una repulsión más o menos espontánea, es la verdad que revela la imposible fantasía de la amada en el váter. El amor maduro es la capacidad de aceptar esa verdad sin reducir a un objeto a la persona amada.(...)
El amor líquido, que de nuevo describe Bauman, (...) acepta categorías como el amigo con derecho a roce o familias abiertas que traducen esa incapacidad para un amor que por definición es para toda la vida, aunque luego dure unas semanas. De nuevo la fórmula postmoderna de “permaneceremos juntos mientras el deseo perdure” es una profecía que cumple la ruptura de pareja. Si el deseo es el único cemento de la pareja, y este es por definición variable y la sociedad entera es una multiplicación de reclamos para cambiar de objeto sexual, el amor eterno puede hoy, efectivamente, ser considerado como perversión.
Vivir sin vínculos es la receta que da el individualismo. Individuos que floten en esa sociedad líquida de la que habla Bauman, como barcos que anclan una temporada en una ciudad o en una relación de amistad, sabiendo que pronto han de navegar a la búsqueda de otro puerto, y que por ello no conviene atarse a ningún amor o compromiso duradero. ¿Cómo se recrean los vínculos? Esa es la pregunta del millón.
Ojalá alguien supiese cómo y qué recuperar. Pienso que, por malo que sea, cualquier red social tradicional, cualquier vínculo, es mejor que el desierto afectivo posmoderno.
(...) Lo otro es ese proceso de individuación que para ser aguantado desde la fragilidad de los sujetos va a hacer necesarios a médicos, psiquiatras y nuevas servidumbres ante las cuales las antiguas nos van a parecer nimiedades. Quiero decir, que entre la laxitud con la que se tomaba, cuando yo era chaval, (...) a lo que hacen ahora los que van al psicólogo cada 15 días y viven sus vidas como enfermedades a consultar, hay un abismo radical. Hay gente que no toma una decisión amorosa sin consultarlo con su psicoanalista, o quien anota todos sus sentimientos-pensamientos para saber si se comporta de forma racional según su psicólogo.
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(...) Lo normal es hoy (...) un amor preadolescente en el que por
un lado va el sexo y por otro la ternura. El amor maduro, que es cuando se juntan las dos cosas, cuando puedes tener ternura con el/la que te excita sexualmente, ha sido banalizado y disociado por la posmodernidad.
(...) Que los órganos genitales sean a la vez los de la excreción y, por tanto, generen una repulsión más o menos espontánea, es la verdad que revela la imposible fantasía de la amada en el váter. El amor maduro es la capacidad de aceptar esa verdad sin reducir a un objeto a la persona amada.(...)
El amor líquido, que de nuevo describe Bauman, (...) acepta categorías como el amigo con derecho a roce o familias abiertas que traducen esa incapacidad para un amor que por definición es para toda la vida, aunque luego dure unas semanas. De nuevo la fórmula postmoderna de “permaneceremos juntos mientras el deseo perdure” es una profecía que cumple la ruptura de pareja. Si el deseo es el único cemento de la pareja, y este es por definición variable y la sociedad entera es una multiplicación de reclamos para cambiar de objeto sexual, el amor eterno puede hoy, efectivamente, ser considerado como perversión.
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