- Maestra, siento que no puedo mostrarme como soy, pues cuando digo las cosas como las pienso, la gente no me entiende y me siento excluída.
- Tú, eres una margarita y los cerdos no distinguen las margaritas del resto de cosas que engullen. ¿Qué vas a hacer? ¿Dejar de ser una margarita para convertirte en cualquier desperdicio que satisfaga a los cerdos?
- Pero puedo parecer vanidosa o soberbia, incluso orgullosa, si me muestro como soy.
- Huir de lo que no quieres ser hace que persigas ese objetivo y te conviertas en aquello que no deseas. No tienes porqué negarle a los cerdos la enseñanza de diferenciar una margarita de un desperdicio, aunque no te entiendan, aunque no te quieran.
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