De la necesidad de la vida contemplativa y de buscar la soledad


Según mi forma de ver las cosas, todas las personas son las últimas responsables de su felicidad o infelicidad, de la forma de afrontar la vida y las circunstancias que le llegan.

Por poner dos ejemplos extremos: podemos lamentarnos contínuamente y permanecer víctimas impasibles a lo largo de nuestra vida o ser personas proactivas que fluyen o cogen las riendas de su vida.

Yo me considero de estas últimas, prefiero pensar en la cita de Chaplin: "La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos."

Intento hacer lo que me gusta y pienso que es la mejor manera de sacar lo mejor de mí. Aún así, a menudo me asaltan las dudas, me fuerzo a hacer aquello con lo que, según mi criterio, debería disfrutar y debo pararme para recordarme que estoy haciendo lo que quiero.

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Doy gracias por tener esa mentalidad positiva, pero aún así tengo mis momentos de indecisión, de inquietud y de tristeza. En esos momentos, lo único que me apetece hacer es estar sola.

Este estado por el que todas las personas pasamos periódicamente lo ocultamos vergonzosamente. Nuestras inseguridades y miedos también. ¡No debemos mostrar nuestras debilidades! ¿Por qué? ¿Acaso somos seres que reímos permanentemente y nunca lloramos? Incluso la felicidad está asociada a la risa o a la calma. Decir que estás triste, pero feliz, constituye prácticamente un oxímoron de difícil comprensión.

Me desvío del tema central que era la soledad, de la necesidad de contemplar tu vida o simplemente de no hacer nada para hacer ese alto obligatorio para conseguir un estado de ataraxia que te permita continuar el camino.

Elegiré de nuevo la metáfora de la escalada, es como cuando escalas y empiezas a ver que por más que escales no avanzas, te empiezan a asaltar las dudas: ¿estaré cansada? ¿debería entrenar? o las excusas: estoy preocupada, he ganado peso, no me fío de cómo me aseguran, no es mi estilo de escalada. Hablas con todas las personas conocidas y asienten silenciosas sin decirte nada o te aconsejan algo que no tiene demasiado sentido para ti. Entonces, piensas: "Necesito entrenar" y entrenas sin parar hasta enfrentarte de nuevo con la roca con idéntico resultado, pero más cansada.

En el mejor de los casos, paras. En el peor, cambias de compañía, de roca, de estilo... y vas probando hasta que te das cuenta de que cada vez escalas peor, que los resultados son cada vez peores, que simplemente necesitas volver a llenar la motivación para volver a retomar la relación con la roca. Aunque parezca una pérdida de tiempo, aunque te parezca que es mejor "arrastrarte" para no empezar de cero cuando empieces de nuevo, aunque..., aunque...

La vida contemplativa, la ataraxia es necesaria y es necesaria en soledad. No puedes llegar a ese estado en compañía, pues necesitas reencontrarte con tu yo, necesitas dejarte fluir, necesitas dejarte escuchar, necesitas no depender de las opiniones, deseos, caprichos de otras personas. Necesitas ser tu, sin aficiones, obligaciones, compromisos o relaciones. Necesitas encontrarte, afianzarte en aquello que has elegido para poder continuar el camino.

Este post cruza muchas ideas y pensamientos que he tenido estos días y que todavía están en proceso de maduración. Pero quería compartirlo para poder desarrollar algunas de las ideas más adelante, simplemente cuando ¡quiera hacerlo!

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