Una vez más... parón

Admiro el funcionamiento holístico del ser humano. Como seres que nos han educado racionalmente, entendemos muchas cosas, podemos dar explicaciones racionales a infinitud de situaciones que se nos presentan. Pero, de vez en cuando, por no decir a menudo, vivimos momentos que no tienen explicación racional, intuimos cosas, soñamos... y, como una premonición, aquello que presentíamos llega.


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¿Cómo diferenciar las intuiciones de los miedos? ¿Cuándo hacerles caso?

Este fin de semana me ha vuelto a pasar. Después de escalar unos días, quería volver a casa, pero finalmente decidí quedarme.

Seguramente, mi cabeza me decía que debía volver para trabajar, que no debía quedarme. El compromiso de tener que quedarme porque así había quedado con el grupo pudo más que mis sueños premonitorios, mis intuiciones y mi cabeza. Así que el sábado me quedé trabajando para escalar el domingo, darme un golpe monumental en la muñeca y, ahora sí, hacer el parón correspondiente y volver a casa con la muñeca inmovilizada.

De nuevo, alarmas en forma de sueño, de intuiciones y sensaciones me decían que debía irme y, de nuevo, las he obviado. Nada roto, pero todavía no me entiendo, no entiendo qué me dice el cuerpo, no entiendo qué quieren decir las intuiciones, no entiendo que somos un ser mucho más complejo de lo que pensamos. Creemos que nos conocemos a la perfección y entonces viene el parón, el parón obligado, el cuerpo nos dice lo que no queremos escuchar.

Así que, de nuevo, tendré que parar y escuchar...

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