No se pueden llevar la música


Mesé Figueredo era un mago del acordeón. En la explanada de Colombia no se celebraba ninguna fiesta sin él. Fuese la fiesta que fuese, Mesé Figueredo tenía que estar allí con sus hábiles dedos que alegraban el ambiente y revolucionaban las piernas.


Una noche en un camino perdido, iba Mesé Figueredo hacia una boda, él encima de una mula, encima de otra mula el acordeón. Unos ladrones le tendieron una emboscada, le saltaron encima y lo apalizaron.


Al día siguiente, alguien lo encontró. Tirado en el camino, hecho un guiñapo. La ropa hecha jirones, sucia de sangre y de polvo. Estaba más muerto que vivo y dijo con un hilo de voz:


- Se han llevado las mulas.


El caminante lo iba enderezando y le recomendaba que no hablara para reservar fuerzas, pero Mesé Figueredo continuó:


- Se han llevado el acordeón.


Volvió a coger aliento y sonrió:


- ¡Pero no han podido llevarse la música!


Recogido y adaptado del libro: L'Ecologia Emocional, Mercè Conangla i Jaume Soler (pág. 283)

Comentaris