Javier Carril como buen Coach inspirador y su artículo "Las decisiones poderosas" me han animado a escribir sobre el cambio y es que el cambio es algo permanente como decía Heráclito. Si es algo permanente y todos somos conscientes de ello, a qué le tenemos tanto miedo.
Nuestras vidas y nuestro tiempo son como un vaso lleno de agua. Tenemos una familia, unas pertenencias materiales, unas amistades y unas costumbres. Incorporar un cambio a nuestras vidas, quiere decir destinar menos tiempo y recursos a alguna de las cosas a las que estamos acostumbrados. A eso se le llama salir del area de confort y consiste en dejar de hacer alguna cosa para darle espacio a otra que deseamos.
Imaginemos la vida de cualquier persona, alguien que cuando llegó a la universidad no sabía qué hacer y decidió una carrera al azar o bajo algún criterio de demanda laboral o familiar. Acaba su carrera y ya tiene un título que dice que es farmacéutico. Como tal, su familia espera que encuentre trabajo en algo relacionado con sus estudios y acaba trabajando en una farmacia, vendiendo medicamentos.
Conoce a otra persona. Pasado un tiempo prudencial "normal" -dictado por la sociedad, familia o amigos- deciden vivir juntos. De repente, un día de descanso sólo en casa, se da cuenta de que no es feliz. Tiene una familia, un trabajo respetado y bien pagado, su pisito y su hipoteca. Los años han pasado y las obligaciones ahora son muchas. Ya no tiene 18 años para pataletas ni berrinches. Ahora es adulto. No puede imaginarse otra cosa u otra vida que sea esta. Pero no es feliz.
Esta persona ha tenido un respiro para reflexionar y darse cuenta. Ha dejado de ver la televisión, de leer algún libro o de trabajar para darse cuenta de que algo va mal.
¿Qué puede hacer? ¿Decirle a su pareja que no es feliz? ¿Conseguir que se preocupe por algo que ni siquiera sabe qué es? ¿Callar y llevar en silencio la seguridad de su infelicidad? ¿Comentarlo con la familia? No puede, tiene demasiadas obligaciones, demasiadas expectativas que cumplir.
A veces, las personas no dejamos ese espacio vacío para que las cosas vayan bien. Entonces es nuestro cuerpo que reacciona con enfermedades o dolencias que nos obligan a tener esos momentos tan necesarios para nosotros mismos.
Nuestro personaje ha vaciado un poco su vaso para incorporar un cambio y ese cambio provoca dolor, angustia, ansiedad...
No queremos sentir ese dolor, no queremos sentimientos negativos. Preferimos quedarnos con nuestra máscara y con lo que tenemos. El cambio tiene un alto precio y es darnos cuenta de que tenemos que dejar cosas en el camino para incorporar otras nuevas. Cambiar comportamientos, cambiar personas, espacios, libros, creencias y valores y eso es difícil y da miedo.
¿Qué eres capaz de abandonar para ese cambio que tanto deseas?
Nuestras vidas y nuestro tiempo son como un vaso lleno de agua. Tenemos una familia, unas pertenencias materiales, unas amistades y unas costumbres. Incorporar un cambio a nuestras vidas, quiere decir destinar menos tiempo y recursos a alguna de las cosas a las que estamos acostumbrados. A eso se le llama salir del area de confort y consiste en dejar de hacer alguna cosa para darle espacio a otra que deseamos.
Imaginemos la vida de cualquier persona, alguien que cuando llegó a la universidad no sabía qué hacer y decidió una carrera al azar o bajo algún criterio de demanda laboral o familiar. Acaba su carrera y ya tiene un título que dice que es farmacéutico. Como tal, su familia espera que encuentre trabajo en algo relacionado con sus estudios y acaba trabajando en una farmacia, vendiendo medicamentos.
Conoce a otra persona. Pasado un tiempo prudencial "normal" -dictado por la sociedad, familia o amigos- deciden vivir juntos. De repente, un día de descanso sólo en casa, se da cuenta de que no es feliz. Tiene una familia, un trabajo respetado y bien pagado, su pisito y su hipoteca. Los años han pasado y las obligaciones ahora son muchas. Ya no tiene 18 años para pataletas ni berrinches. Ahora es adulto. No puede imaginarse otra cosa u otra vida que sea esta. Pero no es feliz.
Esta persona ha tenido un respiro para reflexionar y darse cuenta. Ha dejado de ver la televisión, de leer algún libro o de trabajar para darse cuenta de que algo va mal.
¿Qué puede hacer? ¿Decirle a su pareja que no es feliz? ¿Conseguir que se preocupe por algo que ni siquiera sabe qué es? ¿Callar y llevar en silencio la seguridad de su infelicidad? ¿Comentarlo con la familia? No puede, tiene demasiadas obligaciones, demasiadas expectativas que cumplir.
A veces, las personas no dejamos ese espacio vacío para que las cosas vayan bien. Entonces es nuestro cuerpo que reacciona con enfermedades o dolencias que nos obligan a tener esos momentos tan necesarios para nosotros mismos.
Nuestro personaje ha vaciado un poco su vaso para incorporar un cambio y ese cambio provoca dolor, angustia, ansiedad...
No queremos sentir ese dolor, no queremos sentimientos negativos. Preferimos quedarnos con nuestra máscara y con lo que tenemos. El cambio tiene un alto precio y es darnos cuenta de que tenemos que dejar cosas en el camino para incorporar otras nuevas. Cambiar comportamientos, cambiar personas, espacios, libros, creencias y valores y eso es difícil y da miedo.
¿Qué eres capaz de abandonar para ese cambio que tanto deseas?
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