El otro día empecé a escalar con un grado de exigencia o una actitud incorrecta. No me salía ni una vía. Tenía que llegar arriba haciendo trampas o descansando. No importaba el grado.
Fácil o difícil estaba escalando mal. Me enfadé y me aparté del grupo para llorar de rabia. Decidí que no escalaba más, que ya estaba bien de pasarlo mal.
Me concentré en el entorno, en la naturaleza, toqué las hojas redondeadas de los bojs y miré el paisaje, la roca y el granito. Ya no pensaba en la gente ni en la escalada. Estaba en mi entorno conmigo misma y con la naturaleza como un todo que me rodeaba y era yo y yo era ella.
Me levanté y decidí escalar. No había escalada antes con música y pedí que me aseguraran. Sin pretensiones, relajada y disfrutando de cada movimiento y de lo que estaba haciendo encadené la vía más dura que he hecho nunca. Llegué a la cadena de la reunión sin colgarme ni una sola vez. ¿Cómo? Con música, relajada y sin ninguna presión. Así obtengo mis mejores resultados.
Fácil o difícil estaba escalando mal. Me enfadé y me aparté del grupo para llorar de rabia. Decidí que no escalaba más, que ya estaba bien de pasarlo mal.
Me concentré en el entorno, en la naturaleza, toqué las hojas redondeadas de los bojs y miré el paisaje, la roca y el granito. Ya no pensaba en la gente ni en la escalada. Estaba en mi entorno conmigo misma y con la naturaleza como un todo que me rodeaba y era yo y yo era ella.
Me levanté y decidí escalar. No había escalada antes con música y pedí que me aseguraran. Sin pretensiones, relajada y disfrutando de cada movimiento y de lo que estaba haciendo encadené la vía más dura que he hecho nunca. Llegué a la cadena de la reunión sin colgarme ni una sola vez. ¿Cómo? Con música, relajada y sin ninguna presión. Así obtengo mis mejores resultados.
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