El pueblo de Highlands

En Highlands, durante la guerra, sus habitantes organizaron una muralla de defensa en su puerto formada por veinte bombarderos que habían recibido la orden de atacar a todo navío que llegara.

Aquel remoto lugar estaba situado en un valle rodeado por montañas y resultaba prácticamente inaccesible por tierra. Era un pueblo tan puñeteramente insignificante que al Almirantazgo se le olvidó enviar por cable la noticia de que la guerra había acabado. Así que durante años y años el pueblo permaneció incomunicado, atacando a todo barco que intentaba aproximarse...

Beatriz y los cuerpos celestes, Lucía Etxebarría (pág. 243)

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