Alimentando las lobas

Una vieja amerindia estaba hablando con su nieta. Le decía:
-"Me siento como si tuviera dos lobas peleando en mi corazón. Una de las dos es una loba enojada, violenta y vengadora: La otra está lleno de amor y compasión".

La nieta preguntó:
-"Abuela, dime, ¿Cuál de las dos lobas ganará la pelea en tu corazón?" La abuela contestó:
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-"Aquella a la que yo alimente"

Alimentamos tantas cosas sin saberlo, sin darnos cuenta. Cada vez que hablamos con pesimismo, cada vez que señalamos los errores sin construir algo a cambio, cada vez que nos quejamos, estamos alimentando una de las dos lobas. Movilizamos toda nuestra energía en ese sentido, cambiamos nuestra postura corporal, segregamos otras hormonas. Los cambios que se producen en nuestro cuerpo como efecto de la ansiedad están perfectamente estudiados. Todo eso deja huella en nuestro cuerpo, en nuestra alma y en todo aquello que nos rodea. (Recordad el cuento de los clavos) Como dice la física cuántica (What the bleep do we know?) o la cultura oriental, "lo semejante atrae lo semejante". Si sólo emitimos pesimismo, falta de esperanza y críticas, eso será lo que atraeremos a nuestras vidas. Siempre, absolutamente siempre, tenemos el poder de cambiar. A veces no podemos cambiar las cosas, pero sí nuestro punto de vista. Siempre podemos elegir. Siempre. ¿A cuál de las lobas alimentarás hoy?

Comentaris

Pekas ha dit…
jejejejeje.. conocía la leyenda.. el cuentito... incluso lo tengo en el fondo del archivo del bosque mitago.. pero en versión masculina.. jejeje.. qué curioso...
dos versiones para una misma historia... Me gusta.. !!!
Cris Pérez ha dit…
¡Pekas!!!

Ya sabes que soy una comprometida con el tema de género. Debemos visualizar y reconocer la tarea de todas las mujeres sabias que nos han acompañado. Harta de que las personas sabias sean masculinas, he transformado un poco la historia para que las abuelas y las niñas también puedan serlo!

¡Un beso!

Cris
Me ha recordado a un libro que leí titulado "Mujeres que corren con lobos" de Clarissa Pinkola Estés. Cuando empecé a salir con mi mujer, me habló de él y me comentó que no conocía a ningún hombre que hubiera leído ese libro. Yo lo hice y me sorprendió. Los hombres que no se atreven a leer ese libro, son los que no se atreven a comprender a las mujeres.
...de hecho creo que venía este precioso relato.